Otra opción es utilizar plantas de CO2 que funcionen en ciclos subcríticos, similares a las que utilizamos habitualmente con los refrigerantes HFC.

Como ya comentamos, el problema que tenemos con el CO2 es que, por su bajo punto crítico, no puede condensarse a temperatura ambiente. Es por ello que será necesario utilizar un sistema en “cascada” (Figura 7), condensando el CO2 mediante otro refrigerante como R-134a o NH3, que a su vez puede condensarse intercambiando calor con el ambiente exterior.

¿Qué es embalsamar?

El origen de la palabra thanatopraxie proviene del griego “Thanatos” – que significa “muerte” y de la raíz “Praxia” – que equivale a “práctica”. Es una disciplina encargada de preparar el cuerpo del difunto para su velorio o funeral. Su principal objetivo es preservar y curar el cuerpo, así como mejorar su aspecto estético. Los tanatopracticantes son los profesionales encargados de llevar a cabo este proceso.

El embalsamamiento no es sólo el ajuste estético del rostro y del cuerpo, sino que también aborda el interior del cuerpo.

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El tanatopractor es el profesional que llevará a cabo el proceso de conservación, el cual se basa en una serie de normas higiénico-sanitarias y el manejo de las siguientes técnicas y habilidades:

Temperatura

La temperatura es una factor fundamental que afecta la vida útil del amoníaco en el aire. A temperaturas más altas, la volatilidad del amoníaco aumenta, lo que significa que tiende a evaporarse más rápidamente. A bajas temperaturas, la volatilidad disminuye y el amoníaco permanece más tiempo en el aire. Esto tiene importantes implicaciones en las instalaciones de refrigeración industrial, donde la temperatura ambiente puede variar según la temporada y las condiciones de funcionamiento.

La humedad relativa del aire también juega un papel importante en la duración del amoníaco en el aire. En ambientes con alta humedad relativa, el amoníaco se dispersa y diluye más lentamente, prolongando su permanencia en el aire. Por otro lado, en ambientes secos, el amoniaco tiende a dispersarse y diluirse más rápidamente, reduciendo su tiempo de residencia. La humedad relativa es, por tanto, un factor imprescindible a tener en cuenta en la gestión de riesgos en instalaciones de refrigeración industrial.